Memoria, Verdad, Justicia y Reparación

Graciela Eugenia Pernas Martino

Graciela Eugenia Pernas Martino nació en La Plata el 9 de diciembre de 1955. Su madre, Alba Martino, “Ñeca”, era abogada y su padre, Emilio, dueño de la emblemática librería “Libraco”. Su hermano menor se llama Pablo.

Realizó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional “Rafael Hernández”, donde participaba de los grupos de lectura política que se gestaron al calor de la época. Multifacética, Graciela también escribía, era buena deportista y le gustaba mucho cantar: “cantaba con el coro de niños del Teatro Argentino, cantaba con los amigos del Colegio en los fogones de la playa, cantaba con sus compañeros de cautiverio en el Pozo de Banfield el 9 de diciembre de 1976: ese día Graciela cumplía 21 años”, recuerdan sus amigas en una semblanza que le dedicaron.

En 1975 ingresó a la Facultad de Arquitectura, pero poco tiempo después junto a su marido Julio Gerardo Poce – también egresado del Colegio Nacional y estudiante de la Facultad de Ciencias Médicas-, se mudaron a Buenos Aires debido a las amenazas recibidas por parte de la CNU. Graciela y Julio militaban en la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO).

La madrugada del 19 de octubre de 1976 fueron secuestrados de su casa en el barrio de Flores. “Ñeca” contaba que el asalto a la casa por parte de una patota, con balas de alto calibre, alentó la intervención de los vecinos, que gritaban que por favor nos los maten. Durante el ataque, Graciela logró subirse al techo, pero Julio fue alcanzado por una bala y Graciela volvió. “Eso era Graciela”, recordaba con orgullo su madre. La pareja fue vista en los CCD “Cuatrerismo- Brigada Güemes” y “Pozo de Banfield”. Ambos continúan desaparecidos.

Luego del secuestro la casa quedó asolada, pero “Ñeca” pudo rescatar los poemas escritos por Graciela , que bajo su iniciativa fueron publicados por la Editorial de la Universidad Nacional de La Plata, con el nombre Pájaros Rojos en 2009.

Desde mayo de 2013, la Escuela Media N° 27 de La Plata lleva su nombre. “Es Graciela la que me ha enriquecido la vida, porque me ha hecho entender, comprender cantidades de cosas […] a mí la política me interesa y también conocer cantidades de personas y de gente hermosa” comentaba “Ñeca”. Son muchos los testimonios que la recuerdan con profundo cariño.

Cuántas huellas que dejaste en tu camino Graciela.

Texto: Lucía Gandolfi Ottavianelli / Ayelén Fiebelkorn

MEMORIA Y RESIGNIFICACIÓN. Registros y Documentos

TEXTOS SALVAJES

Microprogramas de ficción que recopilan poemas de desaparecidxs en la última dictadura militar en la ciudad de La Plata y la región.

Una producción de Los otros mundos (Radio Futura)

Capítulo 5: Poemas de Graciela Pernas Martino publicados en Pájaros rojos (EDULP, 2008)

Esta cárcel mía,
no tiene carceleros
sólo tiene unos barrotes
de negro y frío hierro.
Por ellos puedo mirar
lo oscuro o claro del cielo.
Por ellos puedo escuchar
la guerra o el sosiego.
¡Qué solo se siente el hombre
cuando el realidad no está solo!
Y ahora no tengo a nadie
que me acompañe en este encierro
y sin embargo no me muero de soledad
porque estoy ciego!

G.P.M
Del libro Pájaros Rojos.

Portada libro "Pájaros rojos"

Graciela con su hermano Pablo, 1972.

Consultado en:
http://www.desaparecidos.org/arg/victimas/pernas/

Alba Martino de Pernas fue integrante activa de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora de La Plata. Tuvo una rol muy importante en la búsqueda de su hija Graciela y en la recopilación de sus poesías, publicando “Pájaros rojos” en 2009, poemario que construyó con los papeles y dibujos que recolectó de los escombros de la casa donde vivía su hija cuando se la llevaron, dejando un gran aporte a la memoria colectiva.

“Ñeca”, como le decían, era abogada y se valió de su profesión para intervenir en el Juicio a la Juntas y los demás juicios contra los represores. En la búsqueda de la verdad y la justicia, acompañó a testigos, fue tras juzgados y cámaras penales.

Su hija Graciela Eugenia Pernas Martino, fue secuestrada cuando tenía 20 años, el 19 de octubre de 1976. Se la llevaron junto a su marido Julio Ponce, de la casa en la que vivían en Capital Federal. Fue un operativo que dejó las huellas de balas de ametralladora en las paredes del lugar. Graciela era una amante de la lectura y de la escritura, dibujaba y hacía cerámica. Había estudiado en el Colegio Nacional de La Plata y allí participó en los grupos de lectura y militancia política de tendencia socialista en los años ’70. Amenazada, había decidido mudarse a la capital porteña, allí trabajaba en la librería Kier.

Testigos dijeron haberlos visto en el Pozo de Banfield, a fines del año 76. Esa fue la última información que se tiene de ellos, que aún continúan desaparecidos.

A pesar de lo duro de su historia, Ñeca siguió siendo idealista. Supo rehacer su vida, dice que los años de lucha la enriquecieron y que Graciela le hizo entender y comprender muchas cosas. Falleció en mayo de 2017, dejándonos su enseñanza, su lucha y la compilación de las poesías de su hija como una semilla que sigue brotando y construyendo memoria.

Declaración de interés del libro “Pájaros rojos” por parte de la Cámara de Diputados de la Nación (2014)

Recordatorio publicado en el diario Página/12

Si detectás alguna imprecisión en las biografías, por favor, escribinos a reparacionlegajos@fau.unlp.edu.ar.