Graciela Eugenia Pernas Martino

RETRATOS Y TESTIMONIOS

Semblanza elaborada por sus amigas

Era rubia y sus ojos celestes... Graciela nació en La Plata el 9 de diciembre de 1955 en una familia un poco de izquierda y un poco bohemia: un padre librero, una madre abogada y Pablo, su hermano menor.

Quizá haya sido eso o quizá no -las torsiones de la historia son siempre un poco más complicadas-, lo cierto es que muy pronto Graciela se acercó a los grupos de lectura política que florecían por aquellos años en el Colegio Nacional. En poco tiempo, los vientos de esa historia y una fuerza de voluntad que a veces se parecía a la obstinación, la llevaron a tomar las decisiones que en algunos serían provisorias y en ella definitivas: el amor, la militancia, quedarse acá.

Lloraba poco, pero escribía versos tristes. Era buena deportista, pero nunca dejó de fabricar objetos inútiles. Los usó también para adornar su última casa; la misma casa de la que pudo escapar por los techos cuando llegó la patota, y a la que volvió al darse cuenta de que Julio -su marido, su novio del Colegio -no podía seguirla porque lo habían herido. Era una buena deportista pero el I Cuerpo de Ejército la secuestró el 19 de octubre de 1976.

Y cantaba como una calandria ... cantaba con el coro de niños del Teatro Argentino, cantaba con los amigos del Colegio en los fogones de la playa, cantaba con sus compañeros de cautiverio en el Pozo de Banfield el 9 de diciembre de 1976: ese día Graciela cumplía 21 años.

Suyos fueron los días de su corta vida, pero no son suyos los días de su larga desaparición. Nuestro es el tesoro de haberla tenido entre nosotros, y nuestro es el desconsuelo. Para siempre.

Consultado en: http://www.desaparecidos.org/arg/victimas/pernas/

Graciela con su hermano Pablo. Circa 1971/72


Portada libro "Pájaros rojos"

Esta cárcel mía,
no tiene carceleros
sólo tiene unos barrotes
de negro y frío hierro.
Por ellos puedo mirar
lo oscuro o claro del cielo.
Por ellos puedo escuchar
la guerra o el sosiego.
¡Qué solo se siente el hombre
cuando el realidad no está solo!
Y ahora no tengo a nadie
que me acompañe en este encierro
y sin embargo no me muero de soledad
porque estoy ciego!

G.P.M
Del libro Pájaros Rojos.

Graciela Eugenia Pernas Martino

Graciela Eugenia Pernas Martino nació en La Plata el 9 de diciembre de 1955. Su madre, Alba Martino, “Ñeca”, era abogada y su padre, Emilio, dueño de la emblemática librería “Libraco”. Su hermano menor se llama Pablo.

Realizó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional “Rafael Hernández”, donde participaba de los grupos de lectura política que se gestaron al calor de la época. Multifacética, Graciela también escribía, era buena deportista y le gustaba mucho cantar: “cantaba con el coro de niños del Teatro Argentino, cantaba con los amigos del Colegio en los fogones de la playa, cantaba con sus compañeros de cautiverio en el Pozo de Banfield el 9 de diciembre de 1976: ese día Graciela cumplía 21 años”, recuerdan sus amigas en una semblanza que le dedicaron.

En 1975 ingresó a la Facultad de Arquitectura, pero poco tiempo después junto a su marido Julio Gerardo Poce – también egresado del Colegio Nacional y estudiante de la Facultad de Ciencias Médicas-, se mudaron a Buenos Aires debido a las amenazas recibidas por parte de la CNU. Graciela y Julio militaban en la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO).

La madrugada del 19 de octubre de 1976 fueron secuestrados de su casa en el barrio de Flores. “Ñeca” contaba que el asalto a la casa por parte de una patota, con balas de alto calibre, alentó la intervención de los vecinos, que gritaban que por favor nos los maten. Durante el ataque, Graciela logró subirse al techo, pero Julio fue alcanzado por una bala y Graciela volvió. “Eso era Graciela”, recordaba con orgullo su madre. La pareja fue vista en los CCD “Cuatrerismo- Brigada Güemes” y “Pozo de Banfield”. Ambos continúan desaparecidos.

Luego del secuestro la casa quedó asolada, pero “Ñeca” pudo rescatar los poemas escritos por Graciela , que bajo su iniciativa fueron publicados por la Editorial de la Universidad Nacional de La Plata, con el nombre Pájaros Rojos en 2009.

Desde mayo de 2013, la Escuela Media N° 27 de La Plata lleva su nombre. “Es Graciela la que me ha enriquecido la vida, porque me ha hecho entender, comprender cantidades de cosas […] a mí la política me interesa y también conocer cantidades de personas y de gente hermosa” comentaba “Ñeca”. Son muchos los testimonios que la recuerdan con profundo cariño.

Cuántas huellas que dejaste en tu camino Graciela.

Texto: Lucía Gandolfi Ottavianelli / Ayelén Fiebelkorn

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