Derecho al hábitat digno. Derecho al proyecto
A lo largo de 2023, las actividades se organizaron en tres ejes que comparten la noción del derecho a proyecto: el trabajo con comunidades indígenas y su derecho al territorio y al hábitat digno; el trabajo con infancias y las caminatas sobre un patrimonio en riesgo.
“Con las comunidades indígenas fuimos elaborando la idea de derecho al proyecto. Comenzamos desde la planificación participativa en el Barrio Intercultural de San Martín de los Andes, donde estaba todo por hacer. En ese camino comenzamos con la idea de proyectar juntos y no trabajar desde el mejoramiento de una situación precaria, colaborativamente asociados. Eso nos habilitó otro modo de Extensión”, relata la Arqa. Karina Cortina, directora del proyecto.
A partir de múltiples experiencias se produjeron reflexiones en torno a los modos de la práctica: “Identificamos el proyecto de Arquitectura como un valor. Había una noción de lo disciplinario muy fuerte, la Arquitectura se volvió un ámbito para conjugar nuestros saberes con los de la comunidad. La Arquitectura es el vehículo que nos comunica”, agrega.
En el marco de Derecho al hábitat digno. Derecho al proyecto se desarrollaron visitas a la Casa Curutchet, diseñada por el arquitecto suizo Le Corbusier y reconocida como Patrimonio Mundial de la UNESCO.
“La casa fue plataforma para otras actividades. En ese andar fue muy interesante generar una apropiación social y fortalecernos como comunidad en el reconocer ese tejido social moderno que la casa había influenciado. Ahí aparece la idea de las caminatas”, repasa. Las caminatas, que apuntan al recorrido colectivo y al diálogo en torno a la Arquitectura, estuvieron orientadas a reconocer el trabajo de arquitectas mujeres de distintas tradiciones y aplicaciones. También participaron del Festival de Jane Jacobs.
“Reconocer el patrimonio urbano nos permitió reconocernos en una tradición local, tanto a docentes y estudiantes que son o fueron parte del proyecto como con el resto de la sociedad para promover una apropiación social”, suma.
Luego, se desarrolla la tercera línea de trabajo, que es el vínculo con infancias a través de los Centros Comunitarios de Extensión, ubicados en contextos de vulnerabilidad.
Sobre las modificaciones que introdujo la pandemia en la aplicación del proyecto, señala que “lejos de detenernos, visibilizó otros modos de hacer y de encontrarnos , la experiencia en comedores comunitarios, fortalecimiento de redes sociales, trabajo con escuelas en la casa Curutchet”.
“La Extensión es la posibilidad de generar otro territorio compartido, no solo por docentes, extensionistas y estudiantes. La mayor diversidad de actores posibles, otros actores sociales y gubernamentales”, concluye la Arqa. Cortina.
