Quizá más que la partida de Isabel Chorobik de Mariani,* lo que más duela es que no haya alcanzado a recuperar a su nieta Clara Anahí Mariani Teruggi. De su paso por la vida no sólo quedan los testimonios materiales que la identifican –la casa de “sus hijos” (como gustaba nombrar a Diana y Daniel) arrasada por el terrorismo de Estado; la suya, devastada por la inundación de 2013, y sus archivos rescatados- sino el ejemplo de su inquebrantable voluntad, el recuerdo de su lucidez y, a pesar de todo lo transitado, la dulzura de su voz.
La pérdida y los años de búsqueda convirtieron a Chicha en una mujer distinta a la que estaba destinada a ser y si bien admiramos a la que fue, hubiéramos deseado para ella una vida menos dolorosa.
Pero ese dolor construyó otra historia que desde lo individual la proyectó a lo colectivo, que hizo de “un caso” una causa que la trasciende, una lucha que continua en la búsqueda de cada nieto y nieta apropiados.
Quizá Clarita, que no llegó a conocer a su abuela, finalmente regrese y pueda desgarrar su dolor volviendo a una casa que no recuerda pero que fue su auténtico hogar.
F.F.G.